sexta-feira, 7 de fevereiro de 2020

Posfácio do livro Campos errantes de Tere Tavares por Dorotea Duval




Dorotea Duval escribe acerca de Tere Tavares

No conozco personalmente a Tere Tavares, nunca he tenido en mis manos un libro suyo ni he contemplado frente a frente ninguna de sus pinturas: Tere Tavares es una de mis amigas de Facebook, un personaje del que sería imposible hablar sin hablar del personaje que esto escribe --una señora que acaba cumplir noventa años y que pinta rosas-- en esta zona difusa del sueño donde todos somos creación de todos. Hijos de la percepción y de nuestras propias referencias nuestra historia de personaje nos ayuda a comprender --¿a soportar?-- la realidad de la vida que se desenvuelve de este lado de la pantalla. Entre símbolos, alegorías, falacias del estilo, fantasías compensatorias automisericordes, todos vamos creando una novela coral, un castillo imaginado-no-imaginario de pura verdad. En el corazón de la ficción todo es cierto. Y casi siempre mas interesante y misterioso. Desconocido para nosotros mismos, nuevo, sorprendente.

En Facebook tener un grupo de más de dos mil amigos se vuelve algo difícil de gestionar, sobre todo si no tienes nada que vender, nada que publicitar, ninguna ganancia ajena al hecho del juego epistolar. Hoy, estos amigos se han quedado en unos seiscientos: Cancelamos la vulgaridad, la superficialidad, la exhibición personalista, la propaganda encubierta, la mala educación, la falta de humor, de estilo, las confidencias egocéntricas, la vanidad, el descuido, la chabacanería, el machismo, el feminismo trasnochado y sobre todo la estupidez. Quedó lo mejor, con unos diez o veinte --no más; tal vez menos--, hermanas y hermanos que representan lo mejor de lo mejor. Tere Tavares, está entre ellos. Siempre estuvo, siempre estará, porque esta mujer maravillosa es lo opuesto a todo el amargo elenco de pecados mediocres que acabamos de mencionar.

Tere Tavares, una señora que pinta y escribe, es una luz que sobresale, brilla, fulgura. No ciega; aclara, ilumina. Nunca dice yo; yo tengo, yo sé, yo quiero, nunca dice me duele…Dice nosotros y allí están sus hijos, su esposo, los amigos íntimos, los de carne y hueso… y también los lectores, los que miran sus maravillosas pinturas, las hermanas del Facebook, los caballeros hermanos, el mundo entero. Las personas como Tere Tavares nunca se imponen; son sencillamente imponentes.

Pintar un rostro que se pueda leer como un paisaje, la expresión cambiante de un paisaje que nos mira, mover los géneros sin perder la caligrafía personal ni el equilibrio constituye un raro estado de gracia de la pintura, fresca, honesta, sin los artificios de una ingenuidad inventada. En un momento de grandes formatos, de artistas que ya no pintan sus propios cuadros, que se realizan trabajos enormes con vistas a los museos, pinturas como las de Tere Tavares son una esperanza de salvación, un camino secreto y luminoso. Doy gracias por la maravillosa dignidad de estas obras bien hechas, que tampoco se imponen, que también son imponentes porque las cosas hechas de verdad, con decencia de humanos tienen la entidad de una obra de la naturaleza. Una verdadera creación, un don precioso, tan bello, tan generoso y no una simple manufactura

En el mundo de Tere Tavares un colibrí es una flor que vuela, es una flor que besa. Un mar pintado es todo el mar, todos los mares de cada uno, el recuerdo del mar de infancia y la memoria de los mares que nunca vimos. Y también los muertos en el mar. Una rosa es todas las rosas y la palabra rosa y el nombre Rosa, y las cuatro letras y el número cuatro y un cubo de oro donde se asienta el mundo y desde el que podemos mirar la memoria del mundo: se inclina sobre un campo de trigo y pensamos en la Madre de la madres, en una mujer que tiene en el vientre a todas las mujeres, en Yemanyá, la diosa, con su collar de cauríes y de peces. Estrella del Mar; luz que nos viene de tan lejos, que comenzó viajar cuando aún no existían las montañas.

Una de nuestras hermanas queridas, Dina Marini, me dijo un día algo que se puede decir también de todas las hermanas y sobre todo de Tere Tavares: que hay en nosotras una mujer que que no admite la derrota. Una mujer fuerte que ama la belleza, que no admite su falta, ni la falta de gracia, ni los gestos desgarbados. Una mujer que tampoco admite la negligencia, la pereza, la resignación; que va por la vida con el elegante paso de quien nunca pierde su orgullo ni su compostura nacidos del coraje de ser una mujer.

En Tere Tavares existe, además, una inmensa zona de dulzura, de extremada gentileza que solamente tienen las personas que han sido --que son--, muy amadas y frente a la cual se reformula algo ya dicho: Aquella a la que los dioses propicios aman, muere muy anciana, con buena salud, amada, sin soledad, ni rencor, ni promesas incumplidas. Con el pasado superado --no olvidado, no perdonado-- con el futuro a sus pies, a la vista, como un pequeño animal de compañía. Y el presente, luminoso y eterno. Porque al pasar el tiempo, algunos seres luminosos, van encontrando los fundamentos de su existencia toda. Las piedras con las que marcamos el camino de ida, algunas mojadas de lágrimas, otras iluminada de risas, que ahora, de vuelta a casa, se han convertido en diamantes.

Dorotea Duval
Riano, Italia
Marzo de 2018

____________________________________

Dorotea Duval escreve sobre Tere Tavares

Não conheço Tere Tavares pessoalmente, nunca tive nas mãos um livro dela nem contemplei frente a frente nenhuma de suas pinturas: Tere Tavares é uma de minhas amigas do Facebook, um personagem de quem seria impossível falar sem falar do personagem que ora escreve --uma senhora que acaba de completar noventa anos e que pinta rosas-- nesta zona difusa do sonho onde todos somos criação de todos. Filhos da percepção e de nossas próprias referências, nossa história de personagem nos ajuda a compreender -- suportar? -- a realidade da vida que se desenvolve deste lado da tela. Entre símbolos, alegorias, falácias do estilo, fantasias compensatórias de autocompaixão, todos vamos criando uma novela coral, um castelo imaginado-não-imaginário de pura verdade. No coração da ficção tudo é certo. E quase sempre mais interessante e misterioso. Desconhecido para nós mesmos, novo, surpreendente.
Ter um grupo de mais de dois mil amigos no Facebook torna-se algo difícil de administrar, sobretudo se você nada tem para vender, nada para propagandear, nenhum proveito além do fato do jogo epistolar. Hoje, estes amigos reduziram-se a uns seiscentos: Cancelamos a vulgaridade, a superficialidade, a exibição personalista, a propaganda disfarçada, a má educação, a falta de humor, de estilo, as confidências egocêntricas, a vaidade, o descuido, a grosseria, o machismo, o feminismo antiquado e sobretudo a estupidez.  Ficou o melhor, com uns dez ou vinte --não mais; talvez menos--, irmãs e irmãos que representam o melhor do melhor. Tere Tavares, está entre estes. Sempre esteve, sempre estará, porque esta mulher maravilhosa é o oposto de todo o amargo elenco de pecados medíocres que acabamos de mencionar.
Tere Tavares, uma senhora que pinta e escreve, é uma luz que se sobressai, brilha, fulgura. Não cega; clareia, ilumina. Nunca diz eueu tenhoeu seieu quero, nunca diz me dói… Diz nós e ali estão seus filhos, seu esposo, os amigos íntimos, os de carne e osso… e também os leitores, os que olham suas maravilhosas pinturas, as irmãs do Facebook, os cavalheiros irmãos, o mundo inteiro. As pessoas como Tere Tavares nunca se impõem; elas simplesmente são imponentes.
Pintar um rosto que se possa ler como uma paisagem, a expressão cambiante de uma paisagem que nos mira, mover os gêneros sem perder a caligrafia pessoal nem o equilíbrio constitui um raro estado de graça da pintura fresca, honesta, sem os artifícios de uma ingenuidade inventada. Em um momento de grandes formatos, de artistas que já não pintam seus próprios quadros, que realizam trabalhos enormes com vistas aos museus, pinturas como as de Tere Tavares são uma esperança de salvação, um caminho secreto e luminoso. Dou graças pela maravilhosa dignidade destas obras bem feitas, que tampouco se impõem, que também são imponentes porque as coisas feitas de verdade, com decência de humanos têm a substância de uma obra da natureza. Uma verdadeira criação, um dom precioso, tão belo, tão generoso e não uma simples manufatura.
No mundo de Tere Tavares um colibri é uma flor que voa, é uma flor que beija. Um mar pintado é todo o mar, todos os mares de cada um, a lembrança do mar da infância e a memória dos mares que nunca vimos. E também os mortos no mar. Uma rosa é todas as rosas e a palavra rosa e o nome Rosa, e as quatro letras e o número quatro e um cubo de ouro onde se assenta o mundo, de onde podemos avistar a memória do mundo: Inclina-se sobre um campo de trigo e pensamos na Mãe das mães, em uma mulher que tem no ventre todas as mulheres, em Iemanjá, a deusa, com seu colar de conchas e de peixes. Estrela do Mar; luz que nos vem de tão longe, que começou a viajar quando ainda não existiam as montanhas.
Uma de nossas irmãs queridas, Dina Marini, me disse um dia algo que se pode dizer também de todas as irmãs e sobretudo de Tere Tavares: que há em nós uma mulher que não admite a derrota. Uma mulher forte que ama a beleza, que não admite sua falta, nem a falta de graça, nem os gestos desajeitados. Uma mulher que tampouco admite a negligência, a preguiça, a resignação; que vai pela vida com o passo elegante de quem nunca perde seu orgulho nem sua compostura nascidos da coragem de ser una mulher.
Em Tere Tavares existe, além disso, uma imensa zona de doçura, de extremada gentileza que somente têm as pessoas que foram --que são--, muito amadas e frente à qual se reformula algo já dito: Aquela a quem os deuses propícios amam, morre muito anciã, com boa saúde, amada, sem solidão, nem rancor, nem promessas descumpridas. Com o passado superado --não esquecido, não perdoado-- com o futuro a seus pés, à vista, como um pequeno animal de companhia. E o presente, luminoso e eterno. Porque com o passar do tempo, alguns seres luminosos vão encontrando os fundamentos de sua existência inteira.  As pedras com as quais marcamos o caminho de ida, algumas molhadas de lágrimas, outras iluminadas de risos, que agora, de volta a casa, se converteram em diamantes.

Dorotea Duval
Riano, Itália
Março de 2018

Tradução: por João Batista Esteves Alves/RJ

Nenhum comentário: